La infinitud del amor, Tullia d'Aragona (1510-1556)


Tullia d'Aragona, retratada como Salome, hija de Herodías. Moretto da Brescia. Wikimedia Commons

El renacer de la cultura clásica vivido en Italia primero y el resto de Europa más tarde durante el siglo XVI fue obra también de nombres propios femeninos. Aunque hubo hombres que intentaron por todos los medios reprimir las voces de algunas de esas mujeres pensadoras, filósofas o artistas, no pudieron frenar sus deseos de saber. El Renacimiento también tuvo como protagonistas destacadas mujeres. Tullia d’Aragona, filósofa y poeta, fue una de ellas. Aunque su vida se difumina en las incertidumbres de la historia no escrita, su obra es un ejemplo de sabiduría y belleza.

La hija de la cortesana
Tullia d’Aragona habría nacido en Roma en una fecha indeterminada entre 1508 y 1510, en el seno de una familia acomodada que habría dado a Tullia una buena educación1. Su madre, Giula Campana, era una cortesana y es más que probable que enseñara a su propia hija los entresijos de esa profesión2. Sobre su padre, hay quienes afirman que fue Costanzo Palmieri d'Aragona, mientras otros aseguran que era un caballero descendiente de una rama ilegítima del rey de Nápoles, Fernando de Aragón.

La infancia de Tullia d’Aragona transcurrió en Roma pero pronto dejó la Ciudad Eterna para establecerse en distintas ciudades. Venecia, Bolonia, Florencia o Adria, ciudad natal de su madre, fueron algunos de los destinos de Tullia. En esta última ciudad, Tullia y su madre habrían pasado un tiempo tras el nacimiento de Penelope d’Aragona, a quien algunos suponen hija y otros hermana. Otro hijo, habido años más tarde, estando ya casada, conocido como Celio, tendría la bella poetisa, sin conocerse con exactitud su paternidad.

Una de las pocas fechas que están documentadas en la vida de Tullia fue el 8 de enero de 1543, cuando contrajo matrimonio con Silvestro Guicciardi de Ferrara. Un matrimonio del que poco o nada más se sabe.

Poco tiempo después, alrededor de 1545, Tullia se instaló en Florencia, en la corte de Cosme I de Medici, bajo la protección de la duquesa Leonor de Toledo. En 1548 Tullia regresaba a Roma, donde viviría hasta su muerte, en 1556.

La cortesana
Tullia d’Aragona fue una mujer culta, capacitada para mantener conversaciones filosóficas3 y con un gran talento para la poesía. Como cortesana, Tullia tuvo una importante vida pública y fue elogiada como una gran dama del Renacimiento, bella e inteligente, aunque también fue objeto de críticas por parte de muchos de sus detractores.

La obra de Tullia d’Aragona está formada por una prolija producción poética con la que deleitaba en los salones literarios de las distintas ciudades en las que vivió. Pero también escribió una obra filosófica, su Dialogo della Infinità di Amore (Diálogo sobre la infinitud del amor). Publicada por primera vez en Florencia en 1547, la obra de Tullia se basaba en las disquisiciones sobre el amor y la belleza planteados en el Banquete de Platón. Pero Tullia dio un giro a las ideas platónicas del amor y consideró que se debía conceder más valor no al que ama, sino a la persona amada4. Para Tullia, el amor infinito nacía de la razón y no de la pasión, defendiendo la unión espiritual por encima de la unión física, algo que entraba en contradicción con su papel de cortesana y que le valió más de una burla.

La fama como cortesana, poeta, filósofa y erudita no sirvieron de mucho a una joven Tullia que moriría con poco más de 46 años sola, pobre y olvidada por aquellos que habían admirado su belleza física y su talento intelectual.
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1. Mujeres filósofas en la historia, Ingeborg Gleichauf. Pág. 45
2. Las olvidadas, Angeles Caso. Pág. 114
3. Mujeres filósofas en la historia, Ingeborg Gleichauf. Pág. 45
4. Ídem.

 Si quieres leer sobre ella 

Las olvidadas, Angeles Caso
Mujeres filósofas en la historia, Ingeborg Gleichauf

Encyclopedia of Women in the Renaissance: Italy, France, and England, Diana Maury Robin,Anne R. Larsen,Carole Levin

Comentarios

  1. Querida Sandra, sé que sabrás perdonar mi ausencia de los últimos tiempos; a pesar de no dejarte mis comentarios, siempre estoy ahí leyéndote.
    Has traído una figura romana que me ha encandilado; tan atractiva por su natural inteligencia y su belleza como por su oficio, el de cortesana culta, que la enlaza con las "heteras" griegas.
    Un gran descubrimiento para mí esta mujer, Tullia d'Aragona; gracias por ofrecérnosla.
    Mil biquiños.

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