Wikimedia Commons En 1127, los grandes hombres de Inglaterra y Normandía, juraban solemnemente fidelidad a Matilde, única hija legítima del rey Enrique I. Un juramento que se repetiría cuatro años después pero que quedaría en papel mojado. Más fuerte era la tradición y la misoginia que el derecho de una mujer al trono. Algo inaudito en aquel momento. A la muerte del rey, Matilde inició una larga lucha en defensa de sus derechos dinásticos. Ella debía ser la reina de Inglaterra, la primera en la historia en ostentar dicho poder. Y haría todo lo posible por conseguirlo. Antes de que se iniciara la pugna por la corona, Matilde había vivido una larga e intensa existencia desde su nacimiento, probablemente el 7 de febrero de 1102. Era la mayor de los dos únicos hijos de Enrique I y su esposa Matilde pero a pesar de ser la primogénita, era su hermano pequeño Guillermo el destinado a ser el sucesor de su padre. A Matilde le esperaba el mismo destino que a todas las princesas reales, ejer...
Soy Sandra Ferrer Valero, escritora apasionada por la historia de las mujeres. Comparte conmigo el amor hacia un pasado en femenino