A finales del siglo XIX, cuando las mujeres aún tenían vetados muchos ámbitos profesionales, hubo una mujer italiana que destacó por sus dotes como empresaria. Empezó creando unos bombones que aún se disfrutan en la actualidad alrededor del mundo como si fueran un beso. Cuando decidió probar en el ámbito textil, tampoco lo hizo mal. Su nombre sigue siendo referente del lujo y la alta costura.
Luisa Sargentini nació en la ciudad italiana de Perugia, el 30 de octubre de 1877. Luisa provenía de una familia modesta, su padre era pescadero y su madre, ama de casa. A los 21 años se casó con Annibale Spagnoli, con el que abrió una tienda de comestibles. La pareja tuvo tres hijos. Luisa compaginó su faceta de madre con su trabajo en la tienda a la vez que innovaba junto a Annibale en la creación de nuevos dulces basados en almendras azucaradas.
Años después, con un próspero negocio a sus espaldas, Luisa inició un nuevo proyecto empresarial junto a Francesco Buitoni y Leone Ascoli en el que también participaron su marido y, posteriormente, dos de sus hijos. La pareja se fue distanciando en lo personal y en lo profesional. En 1923, Annibale se retiró del negocio y Luisa empezó una relación con Giovanni Buitonni, hijo de Francesco. Fue en aquella época cuando Luisa inventó unos deliciosos bombones de chocolate que llevarían por nombre "Bacio Perugina".
Trabajadora y emprendedora incansable, después de la Primera Guerra Mundial, Luisa amplió sus expectativas profesionales y empezó a criar conejos de angora para obtener lana que llevaría el sello de "Angora Spagnoli". No tardó en convertirse en la base de lujosos chales y boleros.
Poco tiempo después, Luisa enfermó y le fue diagnosticado un tumor en la garganta. Giovani se trasladó con ella a París para encontrar un mejor tratamiento para su enfermedad mientras su hijo Mario tomaba las riendas del negocio de su madre. Luisa Spagnoli falleció el 21 de septiembre de 1935.
Su cuerpo fue enterrado en una cripta ubicada junto a la fábrica de angora que lleva su nombre en el barrio de Santa Lucía de Perugia. Una fábrica en la que tanto ella como Mario cuidaron a sus trabajadores y sus familiares, construyendo casas y organizando guarderías, además de proveerles de jerséis, calcetines y otras piezas de ropa elaboradas con su célebre angora.
Con los años, sus herederos convirtieron la marca en una firma de alta costura.
La televisión italiana Rai 1 homenajeó en 2016 a una de las empresarias más ilustres de Italia con una miniserie de dos capítulos.




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