Margaret Pole, condesa de Salisbury, nació el 14 de agosto de 1473. Margaret creció en la corte de Enrique VII, quien se había casado con Isabel de York, prima de Margarita.
El rey eligió a Sir Richard Pole como marido de Margaret. Cuando Catalina de Aragón llegó a Inglaterra para casarse con el príncipe Arturo fue elegida como dama de compañía de la futura reina.
Cuando el príncipe Enrique subió al trono como Enrique VIII, Margaret continuó ejerciendo como dama de la entonces reina Catalina. El rey apreciaba tanto a la dama que le otorgó el título de condesa de Salisbury. Margaret ejerció de institutriz de la princesa María y durante un tiempo fue una de las personas más queridas de la familia real. Enrique llegó a decir que era la mujer más santa de Inglaterra.
Sin embargo, cuando Margaret apoyó sin condiciones a Catalina tras la entrada en escena de Ana Bolena, el rey cambió radicalmente de opinión.
Perdió el favor del rey quien la echó de palacio separándola de sus queridas Catalina y María.
Uno de sus hijos, Reginaldo, había abrazado la vida religiosa y se había convertido en cardenal. Dadas las discusiones con el monarca, Reginaldo marchó a Roma desde donde escribió un tratado en el que criticaba duramente la decisión del rey de erigirse cabeza de la iglesia anglicana. Enrique VIII no pudo hacer nada contra él, pero sí contra su familia.
En 1538, dos de sus hijos y otros miembros de la familia Pole fueron condenados por alta traición y ejecutados. Solo se salvó su hijo Godofredo. La siguiente en ser detenida fue Margaret, encerrada en la Torre de Londres tras ser desposeída de todos sus bienes.
Como Enrique no pudo encontrar pruebas contundentes contra ella, obligó al Parlamento a firmar el "Acta de condena" en junio de 1539. Dos años tuvo que pasar en la Torre hasta que se ejecutó la sentencia de muerte. Una ejecución que se llevó a manos de un verdugo poco experimentando que torturó el cuerpo de la anciana asestándole varios golpes hasta que consiguió decapitarla.
Si quieres leer sobre ella
Mujeres Silenciadas en el Renacimiento 1. La corte, la Iglesia y los límites de la ortodoxia.
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