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Contra la Reforma, Caritas Pirckheimer (1467-1532)

 En 1517, Martín Lutero iniciaba uno de los cismas más importantes de la Iglesia Católica. Su reforma afectó directamente a la forma de vida de miles de hombres y mujeres que habían elegido la vida conventual. Con la desaparición de los monasterios, todas estas personas tuvieron que dejar su hogar de la noche a la mañana. Aunque no todos lo aceptaron sin rechistar. 

En 1525, la ciudad de Nuremberg se declaraba oficialmente protestante decretando el cierre de conventos católicos. Uno de ellos, el convento de Santa Clara, no se lo puso fácil a las autoridad. 

La madre abadesa se llamaba Barbara Pirckheimer y había nacido el 21 de marzo de 1467 en Baviera. Era la hija mayor de doce hermanos, de los que solamente sobrevivieron tres hijas y un hijo. Mientras este, Willibald, se convirtió en un distinguido humanista, todas ellas abrazaron la vida religiosa.

A los doce años, Barbara ingresó en el convento de Santa Clara de Nuremberg, un reputado cenobio en el que existía una escuela para niñas en la que se les enseñaba, entre otras disciplinas, latín. Su biblioteca, sus tierras y propiedades hacían del convento un centro de cultura y de producción agrícola muy importante.

Barbara tomó los votos alrededor de 1483 y asumió el nombre de Caritas. En 1503 fue elegida abadesa. Caritas había recibido una amplia cultura, conocía a los padres de la Iglesia, moralistas y teólogos; apoyada por su propio hermano, quien había guiado su educación en la infancia, hizo de Santa Clara un importante centro intelectual y de su figura como abadesa uno de los más respetados de Nuremberg.

La llegada del protestantismo a la ciudad afectó directamente a la vida de las monjas clarisas. En 1525, Caritas recibió una notificación de las autoridades locales. Debía liberar a todas las religiosas de su convento de sus votos y abandonar el que había sido su hogar. El gobierno le daba a Caritas cuatro semanas para cumplir sus órdenes. Mientras la abadesa permanecía firme en sus convicciones, ella no tenía el poder de liberar a las monjas de sus votos, eso solo lo podía hacer Dios, y no estaba dispuesta a abandonar su hogar, el pueblo de Nuremberg empezó a acosar a las religiosas tirando piedras al edificio, lanzando improperios y amenazando con quemar el convento.

La tensa situación que se vivió los siguientes días en los que las familias de las monjas intentaron entrar en el convento para sacarlas a la fuerza fue descrita por ella misma en unas memorias que se convirtieron en un valioso testimonio. 

"Con muchas lágrimas les quitamos los velos y los cinturones y las faldas blancas y les pusimos camisas y cinturones mundanos y tocados. Con algunas hermanas del consejo las conduje a la capilla. Allí esperamos casi una hora entera hasta que las feroces lobas llegaron cabalgando en dos carrozas. Mientras tanto, la noticia se había extendido a toda la gente común afuera. Se juntaron en gran número, como cuando una pobre alma es conducida a su ejecución. Toda la calle y el cementerio estaban tan llenos que las mujeres en sus carruajes apenas podían entrar al patio". 

Caritas no pudo evitar que tres de las religiosas abandonaran el convento obligadas por sus familiares pero consiguió que el cenobio continuara funcionando con algunas condiciones. Podrían seguir viviendo allí pero no podrían ingresar nuevas religiosas ni se podrían celebrar misas católicas. 

El 19 de agosto de 1532, la madre abadesa Caritas Pirckheimer fallecía en su amado convento de Santa Clara por el que tanto había luchado. Este sobrevivió hasta 1590 cuando, tras la muerte de la última religiosa, fue disuelto.

Si quieres leer sobre ella

Mujeres Silenciadas en el Renacimiento 1. La corte, la Iglesia y los límites de la ortodoxia.


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