Sigmund Freud fue sin lugar a dudas uno de los hombres más ilustres del siglo XX. Padre del psicoanálisis, legó a la ciencia y el pensamiento una amplia, y controvertida también, obra sobre los sueños, la sexualidad y el subconsciente. Una vida dedicada al estudio de la mente, Sigmund fue también padre de familia gracias a una esposa fiel que siempre estuvo a su lado. A pesar de las diferentes visiones del mundo.
Martha Bernays nació el 26 de julio de 1861 en Hamburgo en el seno de una familia de judíos ortodoxos. La infancia de Martha transcurrió en la ciudad alemana, en la que su abuelo había sido uno de los rabinos más importantes. Los Bernays pasaron grandes penurias económicas que llevaron incluso a su propio padre a ser encarcelado por impagos. Tenía 18 años cuando Berman falleció. Para entonces, se habían trasladado a vivir a Viena buscando una vida mejor. Fue entonces cuando su madre, Emmeline Philipp se puso a la faena de encontrar un buen marido para su hija que aliviara su complicada situación económica. Ferviente religiosa, para Emmeline era también muy importante que el futuro marido de Martha fuera un buen judío.
Cuando tenía 21 años, Martha recibió una invitación para pasar una velada en casa de la familia de los Freud. Allí conoció a Sigmund con quien inició un noviazgo que duraría cuatro años, tiempo en el que el joven médico, se había graduado en medicina un año antes, le escribió profundas cartas de amor. La pareja se casó en septiembre de 1886 y llegó a tener seis hijos, entre los que destacaría Anna Freud, que seguiría los pasos de su padre en el mundo del psicoanálisis.
A pesar de que ambos eran judíos y él aceptó casarse según el rito judío, Martha tuvo que aceptar que Sigmund no fuera practicante ni tuviera la misma perspectiva hacia la religión que ella. El hecho de que se declarara ateo y, además, era un joven médico sin unas grandes perspectivas económicas supuso un disgusto para la madre de la novia. Pero Martha se había enamorado a primera vista y aceptó a su marido con el que conviviría durante más de medio siglo.
En este tiempo, Martha se volcó en el cuidado de sus hijos mientras Sigmund avanzaba en su carrera como psicoanalista. Una de las crisis más profundas que habría vivido la pareja fue la supuesta relación entre Freud y su cuñada Minna, hecho que nunca fue confirmado ni demostrado por nadie. Minna aceptó abordar con el marido de su hermana cuestiones sobre las relaciones sexuales de las que Martha nunca había querido hablar, por muy científico que fuera el planteamiento de Sigmund. Martha nunca aceptó que su marido profundizara en sus investigaciones sobre la sexualidad.
Martha estuvo siempre al lado de su marido, sobre todo cuando a este le fue descubierto un cáncer de paladar en 1923. Con la llegada al poder de Hitler y la anexión de Austria en 1938, la familia se marchó a Londres donde Sigmund Freud fallecería un año después.
Viuda y acompañada de su hija Anna, Martha sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Los siguientes años se volcó en rescatar el legado científico de su marido. Falleció el 2 de noviembre de 1951 a los 90 años.
Si quieres leer más sobre ella
Martha Freud: A Biography, Katja Behling
Cartas de amor, Sigmund Freud
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