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La escultora olvidada, Elena Sorolla (1895-1975)

 Joaquín Sorolla es, sin lugar a dudas, uno de nuestros mejores pintores. El artista valenciano vivió volcado en el arte y en su familia, cuyos miembros no solo fueron una de sus principales fuentes de inspiración. Mientras que su esposa, Clotilde García del Castillo, fue su gran apoyo y se volcó en la gestión de su producción artística, sus hijos, Joaquín, María y Elena, también se dedicarían a la pintura. 


Elena, la pequeña, nacía el 12 de julio de 1895. Estudiante de la Institución Libre de Enseñanza, desde niña se interesó más por la escultura que por la pintura. Elena aprendió de importantes maestros, como los escultores José Capuz y Mariano Benlliure, que eran, además, amigos de su padre. Elena fue una excelente escultora, moldeando el bronce, el mármol y la madera, materiales en los que plasmó, principalmente, el cuerpo femenino. 


Con una amplia producción escultórica, Elena expuso en varias ocasiones en España y Francia. Pero cuando en 1922 se casó con el ingeniero Victoriano Lorente, fue abandonando su carrera artística para centrarse en su marido y sus siete hijos. De ellos llegó a realizar retratos y bustos, pero ya no volvió a dedicarse de lleno al arte. Falleció el 17 de marzo de 1975.

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