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El balcón de las mujeres o como reivindicar con humor

 A veces, pequeñas anécdotas sin aparente importancia se convierten en grandes dilemas, o esconden problemas de fondo. Eso es lo que sucede en la película El balcón de las mujeres, una comedia que utiliza un tono distendido para abordar temas profundos. 

La cinta nos invita a viajar a un barrio de Jerusalén en el que una comunidad judía ortodoxa celebra el Benei Mitzvá de uno de sus fieles cuando el balcón en el que se sitúan las mujeres se derrumba. Con escaso dinero para reconstruirla, cuando la sinagoga vuelve a estar operativa, se dan cuenta de que les han quitado su lugar en ella. No solo eso, sino que, además, mientras el rabino, herido durante el derrumbe, se recupera de sus heridas, David, un rabino de la comunidad jasídica, con ideas más radicales, se ofrece para dirigir las oraciones temporalmente. Este intenta convencer a los hombres de la comunidad que se olviden del balcón, priorizando la adquisición de un nuevo rollo de la Torá, destruido durante el incidente. 


Con este telón de fondo, se aborda la reclamación de las mujeres a tener su propio espacio en la sinagoga. No contento con quitar su espacio a las mujeres, David intenta convencer a los hombres que deben imponer a sus esposas normas más estrictas de conducta para que sean unas buenas judías. 

Utilizando un todo distendido e incluso cómico, El balcón de las mujeres muestra como incluso en el seno de las distintas comunidades, credos, religiones, existen distintos niveles de opresión hacia las mujeres. Estas no se resignarán y encabezarán su propia rebelión femenina boicoteando la vida doméstica y conyugal.

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