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Seis triple ocho, o la lucha en muchos frentes


 Cuando evocamos una guerra pensamos en bombas, trincheras, soldados batallando, heridos. Muertos. Una imagen del todo veraz, tristemente veraz. Pero detrás de la primera línea de batalla, miles y miles de personas fueron igualmente necesarias para sostener la maquinaria bélica. En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando los Estados Unidos ya habían entrado de lleno en el conflicto, un grupo de mujeres negras protagonizaron un episodio que no pasó de ser anecdótico para muchos, pero que se convirtió en el símbolo del coraje de unas mujeres que querían apoyar a su patria, una patria que las denostaba por ser mujeres. Y por ser negras. 

Todos sabemos ya, a estas alturas de la historia, que las mujeres fueron más que necesarias en las dos grandes guerras mundiales como enfermeras, trabajadoras de las fábricas armamentísticas... fueron espías, llegaron a pilotar aviones... En el ejército estadounidense, fueron muchas las que se incorporaron a la maquinaria de guerra. Pero en aquella época, el país aún vivir sumido en una vergonzosa política de segregación racial que afectó de lleno a las mujeres que querían formar parte del ejército. De manera sistemática, las mujeres negras que se enrolaban eran separadas de las mujeres blancas y se las relegaba a papeles muy secundarios. Hasta que Mary McLeod Bethune, activista por los derechos humanos y fundadora en 1935 del Consejo Nacional de Mujeres Negras, se reunió con la primera dama Eleanor Roosevelt y le trasladó la doble discriminación que sufrían las mujeres negras en el ejército. Ambas consiguieron que se les diera un papel más activo en el conflicto y lo consiguieron. 

Susan Sarandon interpreta a la primera dama Eleanor Roosevelt en la película Seis Triple Ocho

Así, en 1945, el batallón 6888ª dirigido por la mayor Charity Adams, recibió el encargo de viajar a Europa para gestionar el servicio postal. En un principio, les pareció una misión de segunda, sin ningún tipo de relevancia, pero se encontraron con millones de cartas y paquetes que no habían llegado a su destino y que afectaban y mucho a la moral de soldados y familiares que llevaban días, meses, incluso años sin saber qué había sido de quienes estaban luchando en el frente. La tarea titánica que emprendieron las mujeres del batallón 6888º fue clave para levantar la moral de un ejército agotado. Para conseguir poner en orden aquel caos, idearon un sistema de ficheros y de gestión de la información que resultó ser muy efectiva. Las mujeres soldado llegaron a gestionar el correo de más de cuatro millones de militares y civiles. Lo que se suponía que debían hacer en seis meses, lo consiguieron en tres. Para ello, las mujeres trabajaron a destajo en condiciones precarias dentro de un colegio abandonado en Birmingham y soportando las burlas y la constante doble discriminación por su sexo y el color de su piel.


En el verano de 1945, el 6888ª batallón se trasladó a Ruan para seguir con su misión hasta que también la culminaron con éxito y viajaron hasta París donde celebraron el final del conflicto. De las 855 mujeres que formaron el batallón, tres fallecieron en un accidente de jeep y fueron enterradas en el Cementerio Americano de Normandía. 


En febrero de 1946 regresaron a casa y el grupo fue disuelto sin ningún reconocimiento público. Tiempo después, recibieron la Medalla de la Campaña Europea , Africana y de Oriente Medio, la Medalla de Buena Conducta y la Medalla de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial durante su servicio. No fue hasta el nuevo siglo que se han sucedido varios homenajes públicos. 

Ahora el cine ha recuperado su memoria con la película Seis Triple Ocho, una cinta que se puede ver en Netflix y que recupera alguna historia personal de aquellas decenas de mujeres que vivieron una guerra, infinidad de injusticias y demostraron estar a la altura, a pesar de tantas trabas en el camino. 

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