La condesa y el carpaccio, Amalia Nani Mocenigo (Siglo XX)

En un rincón de Venecia, cercano a la Plaza de San Marcos, un pequeño establecimiento esconde tras sus puertas muchas historias de grandes personajes del mundo de la literatura y la alta sociedad. También curiosas invenciones como la de un plato mundialmente famoso, el Carpaccio, obra de su prestigioso chef, quien lo ideó para deleitar a una condesa con problemas de salud. 

El Harry's Bar, propiedad del chef Giuseppe Cipriani, acogía en los años treinta del siglo pasado a grandes personalidades de la literatura universal como Ernest Hemingway, Truman Capote o F. Scott Fitzgerald. Junto a ellos, hombres y mujeres de la alta sociedad italiana, pasaban agradables veladas disfrutando de la conversación y del buen comer. 

Entre aquellas personas ilustres, se encontraba una condesa llamada Amalia Nani Mocenigo quien sufría una carencia de glóbulos rojos por lo que el médico le había prescrito comer carne cruda, algo que no le apetecía demasiado. El chef Cipriani, para agradar a su ilustre clienta se le ocurrió filetear en finísimas láminas un solomillo de buey que aliñó con varias salsas y con queso parmesano Reggiano.

La condesa Amalia con dos de sus hijas
El plato, que apasionó no sólo a la condesa sino también al resto de clientes, fue bautizado por Cipriani con el nombre de Carpaccio en honor al pintor italiano Vittorio Carpaccio, al que el afamado chef admiraba. 

Entrada del Harry's Bar, en Venecia

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