La Calderona, María Calderón (1605-1646)



De todos es sabido que los reyes, a lo largo de la historia, han tenido hijos legítimos y otros tantos nacidos de sus habituales relaciones extraconyugales. Muchos de aquellos llamados bastardos no tuvieron relevancia para la historia; algunos hicieron carrera eclesiásticas; pocos ejercieron un papel destacado en el gobierno de su padre. Este último fue el caso de Juan José de Austria, hijo ilegítimo del mujeriego Felipe IV, quien aspiró a gobernar junto a su hermanastro Carlos II y para ello se enfrentó a la madre del rey, Mariana de Austria, en varias ocasiones. Mientras el hijo luchaba por el poder, la madre había sido escondida tras los muros de un convento. Atrás habían quedado las luces del escenario y los amoríos reales.

María Inés Calderón era una niña expósita que había aparecido en las puertas de la casa de Juan Calderón, hombre vinculado al mundo del teatro, quien la adoptó como propia, allá por el año 1611.

En 1627, María Inés, conocida como “La calderona”, debutaba en el teatro de comedias madrileño El Corral de la Cruz. El rey, que era un asiduo de fiestas y representaciones teatrales, estaba entre el público y desde el primer momento quedó prendado de la artista.

María Inés estaba entonces casada y mantenía un romance con el duque de Medina de las Torres quienes fueron apartados del camino real. Felipe inició entonces una relación con La Calderona que fue del dominio público como muchas de sus otras aventuras, para desesperación de la reina Isabel de Borbón. Felipe IV no sólo no escondía su amor por la actriz sino que no tuvo ningún problema en mostrarla en público. En una ocasión en la que el monarca cedió un palco preferencial a su amante en la Plaza Mayor, la reina montó en cólera y obligó a su marido a alejarla de su puesto privilegiada. Colocada en un balcón más escondido, dicho lugar pasó a llamarse “El balcón de Marizápalos” otro de los nombres con los que se la conocía alusivo a uno de sus bailes más famosos.

Isabel de Borbón pudo alejarla de la vista de curiosos pero no pudo impedir, para su propia desesperación, que la Calderona engendrara un niño que nació el mismo año que el entonces heredero, el príncipe Baltasar Carlos. El niño, bautizado como “hijo de la tierra” con el nombre de Juan José de Austria, fue apartado de los brazos de su madre contra su voluntad, y criado lejos de la corte hasta que Felipe IV lo reconoció oficialmente en 1642.

Obligada a dejar los escenarios durante su relación con el rey, cuando nació Juan José, Felipe IV la obligó a ingresar en el convento de San Juan Bautista en Valfermoso de las Monjas, en Guadalajara, del que fue abadesa desde 1643 hasta su muerte en 1646.
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Amantes poderosas de la historiaÁngela Vallvey

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