El ama de casa que se convirtió en astrónoma, Williamina Fleming (1857-1911)


Foto: Wikimedia Commons

A veces, los caminos de las personas no vienen marcados desde sus inicios y terminan convirtiéndose en personas extraordinarias a pesar de no haber ni tan siquiera soñado con alcanzar la gloria. Que las mujeres lo han tenido muy complicado a lo largo de la historia para acceder a muchas de las disciplinas artísticas y científicas no es ningún secreto. Pero que una mujer a la que su marido había abandonado antes de que naciera su hijo en un país que no era el suyo y dedicada a ser ama de casa terminara siendo una de las astrónomas más importante de la historia no es precisamente algo habitual. Williamina Fleming salvó todas las dificultades que la vida le puso delante y gracias a la confianza de un profesor de Harvard pudo dedicar su vida a la ciencia y hacer importantes aportaciones a la astronomía.

Williamina Paton Stevens nació el 15 de mayo de 1857 en la ciudad escocesa de Dundee. Mina, como se la llamaba cariñosamente, tuvo una infancia normal, estudiando en colegios públicos. Mina, que fue una buena estudiante, empezó a ejercer de profesora a los catorce años de otros niños mientras ella continuaba sus estudios. Pero su formación no iba dirigida a forjar una carrera profesional, sino a aprender como las niñas de su tiempo. Porque cuando en 1877 contrajo matrimonio, Mina se convirtió en ama de casa. Tenía entonces veinte años y se casó con James Orr Fleming, con quien emigró a los Estados Unidos poco tiempo después. Instalados en Boston, Mina pronto quedó embarazada. Pero lo que parecía que iba a ser una vida normal de una pareja de inmigrantes normal se convirtió en una pesadilla para ella. Aún no había nacido su hijo, James la abandonó.

Williamina Fleming se encontró sola en un país que no era el suyo por lo que tuvo que buscar un trabajo con el que sobrevivir y mantener a su futuro bebé. La joven tuvo suerte y encontró un trabajo como empleada del hogar en casa de Edward Charles Pickering, un reconocido profesor de astronomía que dirigía por aquel entonces el Observatorio de la Universidad de Harvard. Edward, cansado de la falta de profesionalidad de su ayudante en el observatorio, decidió proponer a Williamina que le ayudará también allí. No le decepcionaría.

1881 fue el año que cambiaría para siempre el destino de Williamina Fleming. A pesar de que empezó trabajando de manera temporal realizando tareas administrativas y algunos cálculos matemáticos sencillos, al poco tiempo el profesor Pickering la incluyó en su equipo de investigación y le dio la responsabilidad de supervisar a un amplio número de empleadas dedicadas a realizar miles de cálculos matemáticos y de revisar los documentos que generaba el observatorio.

Williamina demostró ser una profesional disciplinada y exigente consigo misma quien, a pesar de no disponer de amplios estudios científicos, puso todo su empeño en aprender sobre la marcha. Tal fue su determinación, que terminó ideando un sistema de clasificación de las estrellas que consistía en asignarles una letra según tuvieran mayor o menor cantidad de hidrógeno en su espectro.

Los siguientes años de su vida los dedicó a analizar los espectros estelares y a identificar más de doscientas estrellas variables y descubrir las enanas blancas. Todo un logro para una mujer como ella. Los más de treinta años de dedicación a la astronomía le valieron el reconocimiento de la comunidad científica que le otorgó el título de Conservadora del Archivo de Fotografías Astronómicas de Harvard, siendo además la primera mujer en recibir un cargo de este tipo en dicha universidad.

Williamina Fleming trabajó incansablemente estudiando las estrellas hasta el final de sus días. El 21 de mayo de 1911 fallecía a causa de una neumonía. Su obra permaneció como una importante base a futuros estudios y abrió el camino a otras mujeres que soñaron con descubrir la verdadera naturaleza de las estrellas.

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