En los talleres de los principales artistas de la historia del arte, a menudo encontramos algún miembro de su misma familia. En algunos de esos casos fueron hijas de pintores, grabadores o escultores las que aprendieron de sus progenitores. Un brillante ejemplo fue el de María Eugenia de Beer, hija de un grabador holandés que se instaló en España a principios del siglo XVII. Poco o casi nada sabemos de la vida de María Eugenia. Sus noticias se centran en la llegada de su padre, el grabador de Utrecht Cornelio de Beer que hacia 1620 se había instalado en Madrid con toda su familia. Parece ser que Cornelio se hizo un sitio en el mercado de grabadores de la capital española y pudo tener una vida acomodada. En 1641 otorgó a su hija una importante dote para poderse casar con Nicolás Merstraten.
Soy Sandra Ferrer Valero, escritora apasionada por la historia de las mujeres. Comparte conmigo el amor hacia un pasado en femenino