La rosa del rey, Rosamunda Clifford (1150-1176)



Bella, joven y educada, Rosamunda Clifford fue una de las amantes más conocidas del rey Enrique II Plantagenet. Con pocos datos reales sobre su verdadera historia, la rival de la gran reina Leonor de Aquitania alimentó un gran número de leyendas. Algunos la ensalzaron llamándola La bella Rosamunda o La Rosa del mundo. Sus detractores llegaron a nombrarla La Rosa Inmunda.

Orígenes de Rosamunda
Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Rosamunda aunque es probable que naciera no antes de 1150. Sus padres, Walter de Clifford y Margaret Isobel de Tosny eran los dueños del castillo de Clifford situado a orillas del río Wye en la frontera con el País de Gales. Rosamunda tenía dos hermanas y tres hermanos.

La joven dama habría visto por primera vez al rey Enrique en 1165 durante una de sus campañas en esa zona de sus dominios.

Amante del rey
Cuando Rosamunda se convirtió en amante del rey Enrique, la reina Leonor estaba embarazada de su último hijo, quien se convertiría en Juan I de Inglaterra, conocido como Juan Sin Tierra. A pesar de esperar un hijo del rey, la pareja hacía tiempo que se había distanciado.

En 1173, tras la rebelión de Leonor y sus hijos contra Enrique, el rey se reconcilió con sus vástagos pero no tuvo piedad con su esposa a la que recluyó durante 15 años.

La amenaza de Rosamunda
La reina Leonor, antes y durante su cautiverio vio amenazada su posición pues existía la probabilidad de que su marido pidiera la nulidad de su matrimonio alegando consanguinidad. El peligro, sin embargo, fue mitigado por la defensa del Papa a la causa de Leonor. La Santa Sede se resistió a una posible separación de la pareja, algo prohibido por la ley eclesiástica.

Por otro lado, el romance entre Enrique y Rosamunda duró poco. En 1176, la joven amante cayó enferma y se retiró al monasterio de Godstow donde falleció ese mismo año.

A pesar de que Rosamunda Clifford se erigió como una amenaza real para Leonor de Aquitania, las historias acerca de un posible envenenamiento de la amante por parte de la reina carecen de fundamento.

Olvidada por el Rey, recordada por la historia
Enrique pronto se refugió en los brazos de otra mujer para olvidar el amor de Rosamunda. La siguiente en su lista de amantes fue la prometida de su hijo, Aelis de Francia, quien debía casarse con Ricardo Corazón de León.

Desterrada del corazón del Rey, Rosamunda fue objeto de representaciones literarias y artísticas que hicieron de su vida una auténtica historia de amor novelesca. Hijos ilegítimos, asesinatos, envenenamientos, alimentaron las historias que ensalzaban la figura de los amantes en la tradición del amor cortés.

Incluso su última morada fue objeto de una extravagante historia. Enterrada en la misma iglesia del monasterio de Godstow en el que había entrado poco antes de su muerte, el Obispo Hugo de Lincoln, al ver la gran cantidad de flores y muestras de afecto que se le profesaban a la joven desaparecida, ordenó que sus restos fueran depositados fuera de la iglesia, pues era un mal ejemplo para las mujeres.

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