Las últimas duquesas, Olga, Tatiana, María y Anastasia (Siglos XIX-XX)
La madrugada del 17 de julio de 1918, la familia imperial rusa, el depuesto zar Nicolás II, su esposa, Alejandra, y sus cinco hijos, Olga, Tatiana, María, Anastasia y el zarevic Alexis bajaban a un sótano oscuro de la casa donde estaban recluidos en Ekaterimburgo. A sangre fría fueron fusilados por los bolcheviques junto a algunos fieles servidores. Terminaban 300 años de dominio Romanov. Unos meses antes el zar Nicolás II se había visto obligado a abdicar. Durante un tiempo estuvieron recluidos en su palacio de Tsárskoye Seló, en San Petesburgo, para ser trasladados posteriormente a la gélida ciudad de Tobolsk, en Siberia. Su destino final sería la ciudad de Ekaterimburgo, donde permanecieron en la casa Ipátiev hasta su muerte.
El brutal asesinato fue uno de los episodios más dramáticos de la Revolución Rusa iniciada en 1917 con el levantamiento de un pueblo ahogado por el hambre, las enfermedades y la explotación en las fábricas. En un primer momento, tras la abdicación del zar, la familia imperial solamente fue recluida pero la amenaza de que los llamados Blancos , fieles al antiguo régimen caído, liberaran a Nicolás II o una supuesta fuga de toda la familia, aceleraron el terrible desenlace.
Entre 1991 y 2007 fueron encontrados los restos de la familia imperial en unos bosques cerca de Ekaterimburgo. Las pruebas de ADN consiguieron identificarlos a todos.
Tras la caída de la URSS, parte de estos restos eran sepultados en la Catedral de San Pedro y San Pablo en San Petesburgo. La iglesia ortodoxa los canonizaba en el año 2000.
Olga Nikoláyevna Románova (1895-1918)
La Gran duquesa Olga era la primogénita de la familia. Nació en San Petesburgo el 15 de noviembre de 1895 y su corta vida transcurrió tranquila, recibiendo una buena educación y preparándola para un buen enlace matrimonial. Fueron varios los candidatos, entre ellos el futuro rey de Rumania. Pero el estallido de la Revolución anularon cualquier posibilidad.
Olga, como sus otras tres hermanas, vivían de un modo poco afín a su rango de grandes duquesas. Su madre les impuso una vida austera obligándolas a dormir en duras camas y a recoger ellas mismas sus pertenencias.
Ólishka, como era conocida cariñosamente en su entorno familiar, murió minutos después de los demás miembros de su familia, abrazada a Tatiana. La primera tanda de disparos no terminó con sus vidas pero los pistoleros a las órdenes de las fuerzas de la policía secreta bolchevique dirigida por Yákov Yurovski se encargaron de que no sobrevivieran.
Tatiana Nikoláyevna Románova (1897-1918)
Tatiana era la segunda hija de los zares. Nació en Peterhof el 10 de junio de 1897. Considerada la más elegante de todas las hermanas, Tatiana era la que más se parecía físicamente a su madre. Amante de las fiestas y alejada de grandes preocupaciones, Tatiana era elegante y destacaba en todos los bailes a los que acudía.
Como su hermana Olga, Tatiana colaboró como enfermera en los hospitales de San Petesburgo durante la Primera Guerra Mundial.
Murió abrazada a su hermana mayor Olga a la que estuvo muy unida durante toda su corta vida. Tenía 21 años.
María Nikoláyevna Románova (1899-1918)
La tercera hija de los zares nació en San Petesburgo el 26 de junio de 1899. La pequeña de ojos azules tuvo siempre un cariño especial hacia su padre de quien intentaba no separarse nunca. Excluida de la estrecha unión de sus hermanas mayores, María encontraría en su hermana pequeña Anastasia una buena compañera de juegos. En la corte recibieron el apodo de “La pequeña pareja” en contraposición a “La pareja mayor” formada por Olga y Tatiana.
María no fue una niña a la que le gustara el estudio pero destacó en la pintura.
Al estallar la Primera Guerra Mundial María tenía 15 años por lo que no pudo incorporarse a la Cruz Roja como enfermera como sus hermanas mayores. Pero sus deseos de ayudar la llevaron a visitar y consolar a los heridos de la mano de su hermana Anastasia.
La joven duquesa vivió su juventud enamorada de un oficial del ejército de su padre, llamado Nikolai Dmitrievich Demenkov que conoció en un viaje a Rumanía y al que no volvió a ver nunca más.
Alegre y confiada, María mantuvo la esperanza hasta el último día de su vida de poder huir con su familia de Rusia y empezar una nueva vida, poder casarse y tener hijos. Esperanzas que nunca se cumplieron.
Anastasia Nikoláyevna Románova (1901-1918)
Anastasia fue la última de las hijas de Nicolás y Alexandra. Tras haber tenido cuatro niñas, pronto nacería el ansiado heredero, Alexis, quien, por desgracia nació con la terrible enfermedad de la hemofilia.
La última Gran Duquesa nació el 18 de junio de 1901 en Peterhof sin demasiada alegría a su alrededor. Era la cuarta hija del zar y truncaba de nuevo sus deseos de un heredero varón.
A pesar de una débil complexión física y una mala salud, Anastasia fue una niña feliz, inteligente, que disfrutaba sobretodo de sus horas de estudio.
El nombre de Anastasia permaneció por encima del de los demás miembros de su familia a lo largo de todo el siglo XX. Una Anastasia supuesta superviviente del magnicidio que había tomado el nombre de Anna Anderson conmocionó al mundo al asegurar que era la mismísima hija del zar Nicolás II. Según su versión, se había hecho pasar por muerta para poder escapar de sus captores.
Como Anna Anderson, muchas supuestas duquesas pretendieron recuperar la vieja gloria de los zares rusos pero el hallazgo de sus cuerpos y las posteriores pruebas de ADN destruyeron toda esperanza de resucitar aquel imperio desaparecido.
Tatiana Nikoláyevna Románova (1897-1918)
Tatiana era la segunda hija de los zares. Nació en Peterhof el 10 de junio de 1897. Considerada la más elegante de todas las hermanas, Tatiana era la que más se parecía físicamente a su madre. Amante de las fiestas y alejada de grandes preocupaciones, Tatiana era elegante y destacaba en todos los bailes a los que acudía.
Como su hermana Olga, Tatiana colaboró como enfermera en los hospitales de San Petesburgo durante la Primera Guerra Mundial.
Murió abrazada a su hermana mayor Olga a la que estuvo muy unida durante toda su corta vida. Tenía 21 años.
María Nikoláyevna Románova (1899-1918)
La tercera hija de los zares nació en San Petesburgo el 26 de junio de 1899. La pequeña de ojos azules tuvo siempre un cariño especial hacia su padre de quien intentaba no separarse nunca. Excluida de la estrecha unión de sus hermanas mayores, María encontraría en su hermana pequeña Anastasia una buena compañera de juegos. En la corte recibieron el apodo de “La pequeña pareja” en contraposición a “La pareja mayor” formada por Olga y Tatiana.
María no fue una niña a la que le gustara el estudio pero destacó en la pintura.
Al estallar la Primera Guerra Mundial María tenía 15 años por lo que no pudo incorporarse a la Cruz Roja como enfermera como sus hermanas mayores. Pero sus deseos de ayudar la llevaron a visitar y consolar a los heridos de la mano de su hermana Anastasia.
La joven duquesa vivió su juventud enamorada de un oficial del ejército de su padre, llamado Nikolai Dmitrievich Demenkov que conoció en un viaje a Rumanía y al que no volvió a ver nunca más.
Alegre y confiada, María mantuvo la esperanza hasta el último día de su vida de poder huir con su familia de Rusia y empezar una nueva vida, poder casarse y tener hijos. Esperanzas que nunca se cumplieron.
Anastasia Nikoláyevna Románova (1901-1918)
Anastasia fue la última de las hijas de Nicolás y Alexandra. Tras haber tenido cuatro niñas, pronto nacería el ansiado heredero, Alexis, quien, por desgracia nació con la terrible enfermedad de la hemofilia.
La última Gran Duquesa nació el 18 de junio de 1901 en Peterhof sin demasiada alegría a su alrededor. Era la cuarta hija del zar y truncaba de nuevo sus deseos de un heredero varón.
A pesar de una débil complexión física y una mala salud, Anastasia fue una niña feliz, inteligente, que disfrutaba sobretodo de sus horas de estudio.
El nombre de Anastasia permaneció por encima del de los demás miembros de su familia a lo largo de todo el siglo XX. Una Anastasia supuesta superviviente del magnicidio que había tomado el nombre de Anna Anderson conmocionó al mundo al asegurar que era la mismísima hija del zar Nicolás II. Según su versión, se había hecho pasar por muerta para poder escapar de sus captores.
Como Anna Anderson, muchas supuestas duquesas pretendieron recuperar la vieja gloria de los zares rusos pero el hallazgo de sus cuerpos y las posteriores pruebas de ADN destruyeron toda esperanza de resucitar aquel imperio desaparecido.
Si quieres leer sobre ellas
La hija del zar, Carolly Erikson
Acabo de descubrir este segundo blog tuyo y confieso que me encanta. Creo que voy a ir poniéndome al día poco a poco. Besos.
ResponderEliminarEsta historia de las duquesas rusas es tan triste pero a la vez tan fascinante, muchas gracias, muy interesante como lo son cada una de las historias que nos compartes, saluditos amiga
ResponderEliminarMeu pesar é grande por esta tragédia, mas essas meninas encantadoras
ResponderEliminarnuca serão esquecidas.
Ha salido un nuevo libro titulado las hermanas Romanov. La autora nos descubre la vida de las archiduquesas a través de sus diarios . Muy interesante
ResponderEliminarTodos estos acontecimientos nacen por el exagerado gasto del tren transiberiano y la perdida de la guerra con Japon que llevo a Rusia a una miseria y hambruna del pueblo poco visto en la historia humana, por ello es que los lideres de cualquier pais del mundo lo primero que deben cuidar es a su pueblo ante todo. Un abrazo.
ResponderEliminarEs un triste final para mujeres indefensas.Pero el final de los reyes acarrean desgracias a seres inocentes.Los reyes nunca resolvieron los problemas económicos-sociales de sus pueblos y causaron la muerte de seres inocentes en sus intrigas.
EliminarMuy interesante como siempre
ResponderEliminarUn abrazo
Apasionante aunque muy triste la desgraciada historia del final de la familia Romanov.
ResponderEliminarGracias por tu post
Olvidaba anotar que las fotos son un valioso archivo gráfico que no lo habia visto antes y que conste que me interesa sobremanera la historia de esta familia.
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada. Me apunto las sugerencias literarias, ¡muy interesantes! He llegado a ella buscando información a partir de la lectura de "La flaqueza del bolchevique", de Lorenzo Silva. Te invito a pasar por mi blog y seguir compartiendo. ¡Muchas gracias!
ResponderEliminarLastima la violenta muerte de las hermosas hijas del zar Nicolas...
ResponderEliminarUna pena la tragica muerte de las grandes duquesas...
ResponderEliminarUna pena que terminaron los reinos y las aristocracias
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