La diablesa encarnada, Caterina Sforza (1463-1509)
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Con este explícito mote fue conocida la condesa Caterina Sforza, junto con el de vampiresa de la Romaña o Virago (mujer que actúa como un hombre) cruelísima. Hija ilegítima, Caterina llegaría a ser condesa de Imola y Forlí y lucharía con valentía por los derechos de sus hijos llegando a enfrentarse al papa, al que intentó envenenar.
Ilegítima Sforza
Caterina Sforza era hija ilegítima del duque de Milán, Galeazzo Maria Sforza y de Lucrecia Landriani, esposa del cortesano y fiel amigo de Galeazzo, Gian Piero Landriani. Caterina no fue la única hija del duque y su amante, tuvo tres hijos más.
A pesar de su condición de hija ilegítima, Caterina fue educada como una hija más de la familia Sforza.
Luchando por sus derechos territoriales
Caterina era todavía una niña cuando la casaron con un sobrino del Papa Sixto IV, Jerónimo Riario. Al título de condes de Forlí se unía el de Imola, territorio que el Papa concedió a Jerónimo. El matrimonio concertado no fue un matrimonio feliz. A pesar de haber tenido cuatro hijos, Caterina tuvo que soportar las constantes infidelidades de Jerónimo.
El odio hacia su marido no impidió que Caterina luchara por sus territorios que repercutirían en un futuro en sus hijos. Muerto Sixto IV en 1484, la subida al solio pontificio del nuevo Papa Inocencio VIII amenazaba con recuperar los dominios de Imola. Aun estando embarazada, Caterina no dudó en llegar hasta el Castillo de Sant'Angelo en Roma para defender sus derechos y los de su marido sobre el territorio cedido por el anterior Papa. La condesa no sólo consiguió mantener Imola, sino que ganó la plaza de Forlí.
La mala relación entre la pareja la puso directamente en el punto de mira cuando su marido fue brutalmente asesinado. En 1488, desafectos del conde lo mataban a cuchilladas. Caterina fue hecha prisionera acusada de haber colaborado en el asesinato de su propio marido.
Viuda contra todos
Caterina consiguió escapar de su cautiverio. Lo primero que hizo fue conseguir que se reconociese a su hijo mayor Octavio Riario como el legítimo heredero de las tierras y títulos de su padre enfrentándose a los conjurados que la amenazaron con asesinar a todos sus hijos.
Suprimidos los enemigos internos, Caterina tendría que enfrentarse también con una peligrosa invasión francesa que amenazaba sus ciudades. En este caso también salió victoriosa contra las tropas de Carlos VIII.
De nuevo el papado, con Alejandro VI a la cabeza, se erigía como su principal enemigo. El pontífice y toda su poderosa familia, los Borgia, declararon ilegítimos a todos sus herederos.
Guerra contra el Papa
La única salida era la guerra abierta contra un poderoso ejército papal dirigido por el hijo de Alejandro VI, el militar César Borgia. Los dominios de Caterina cayeron como naipes ante el genio militar de los Borgia. En su desesperación, la condesa llegó incluso a hacer uso de sus conocimientos alquímicos para envenenar al mismísimo Papa. El atentado fue descubierto y Caterina nombrada enemiga eterna del Vaticano, donde se la conoció desde entonces como La diablesa de Imola. En 1500 la derrota era un hecho y Caterina era capturada.
Fin conventual
A pesar de la mediación francesa para conseguir su liberación, que se produjo poco tiempo después, Caterina no tenía dónde ir. Sus dominios habían sido tomados por la familia Orsini.
Mujer exuberante que no dudó en tener varios amantes a lo largo de su viudedad, entre ellos un joven de 19 años o un miembro de la familia Médici, Caterina terminó sus días en un convento de Florencia al lado de su hijo pequeño.
Caterina Sforza, condesa de Imola y Forli, moría el 28 de mayo de 1509. Por expresa voluntad de la dama, en su lápida no se escribió nada.
Con este explícito mote fue conocida la condesa Caterina Sforza, junto con el de vampiresa de la Romaña o Virago (mujer que actúa como un hombre) cruelísima. Hija ilegítima, Caterina llegaría a ser condesa de Imola y Forlí y lucharía con valentía por los derechos de sus hijos llegando a enfrentarse al papa, al que intentó envenenar.
Ilegítima Sforza
Caterina Sforza era hija ilegítima del duque de Milán, Galeazzo Maria Sforza y de Lucrecia Landriani, esposa del cortesano y fiel amigo de Galeazzo, Gian Piero Landriani. Caterina no fue la única hija del duque y su amante, tuvo tres hijos más.
A pesar de su condición de hija ilegítima, Caterina fue educada como una hija más de la familia Sforza.
Luchando por sus derechos territoriales
Caterina era todavía una niña cuando la casaron con un sobrino del Papa Sixto IV, Jerónimo Riario. Al título de condes de Forlí se unía el de Imola, territorio que el Papa concedió a Jerónimo. El matrimonio concertado no fue un matrimonio feliz. A pesar de haber tenido cuatro hijos, Caterina tuvo que soportar las constantes infidelidades de Jerónimo.
El odio hacia su marido no impidió que Caterina luchara por sus territorios que repercutirían en un futuro en sus hijos. Muerto Sixto IV en 1484, la subida al solio pontificio del nuevo Papa Inocencio VIII amenazaba con recuperar los dominios de Imola. Aun estando embarazada, Caterina no dudó en llegar hasta el Castillo de Sant'Angelo en Roma para defender sus derechos y los de su marido sobre el territorio cedido por el anterior Papa. La condesa no sólo consiguió mantener Imola, sino que ganó la plaza de Forlí.
La mala relación entre la pareja la puso directamente en el punto de mira cuando su marido fue brutalmente asesinado. En 1488, desafectos del conde lo mataban a cuchilladas. Caterina fue hecha prisionera acusada de haber colaborado en el asesinato de su propio marido.
Viuda contra todos
Caterina consiguió escapar de su cautiverio. Lo primero que hizo fue conseguir que se reconociese a su hijo mayor Octavio Riario como el legítimo heredero de las tierras y títulos de su padre enfrentándose a los conjurados que la amenazaron con asesinar a todos sus hijos.
Suprimidos los enemigos internos, Caterina tendría que enfrentarse también con una peligrosa invasión francesa que amenazaba sus ciudades. En este caso también salió victoriosa contra las tropas de Carlos VIII.
De nuevo el papado, con Alejandro VI a la cabeza, se erigía como su principal enemigo. El pontífice y toda su poderosa familia, los Borgia, declararon ilegítimos a todos sus herederos.
Guerra contra el Papa
La única salida era la guerra abierta contra un poderoso ejército papal dirigido por el hijo de Alejandro VI, el militar César Borgia. Los dominios de Caterina cayeron como naipes ante el genio militar de los Borgia. En su desesperación, la condesa llegó incluso a hacer uso de sus conocimientos alquímicos para envenenar al mismísimo Papa. El atentado fue descubierto y Caterina nombrada enemiga eterna del Vaticano, donde se la conoció desde entonces como La diablesa de Imola. En 1500 la derrota era un hecho y Caterina era capturada.
Fin conventual
A pesar de la mediación francesa para conseguir su liberación, que se produjo poco tiempo después, Caterina no tenía dónde ir. Sus dominios habían sido tomados por la familia Orsini.
Mujer exuberante que no dudó en tener varios amantes a lo largo de su viudedad, entre ellos un joven de 19 años o un miembro de la familia Médici, Caterina terminó sus días en un convento de Florencia al lado de su hijo pequeño.
Caterina Sforza, condesa de Imola y Forli, moría el 28 de mayo de 1509. Por expresa voluntad de la dama, en su lápida no se escribió nada.
Caterina también fue conocida como "la tigresa de Forli".
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