De amante a religiosa, Louise de La Vallière (1644-1710)


Wikimedia Commons. Louise Françoise de la Baume Le Blanc, retrato de Louise de la Vallière

Por dos veces fue usada de tapadera Louise de La Vallière, una joven bella y elegante de ojos azules que se enamoró sinceramente de un rey que la utilizó para legitimar sus múltiples amoríos. Cansada de ser vilipendiada por el Rey Sol, terminó dedicando sus días a la oración.

La dama paravent
Louise Françoise de La Baume Le Blanc había nacido en Tours el 6 de agosto de 1644 en el seno de una familia perteneciente a la pequeña nobleza. Su padre, Lorenzo de la Baume Le Blanc de La Vallière, era barón de Maisonfort. Viuda de su primer marido, la madre de Louise, Françoise Le Provost se casó en segundas nupcias con el marqués de Saint-Rémy.

Debido al cargo que éste tenía de mayordomo de Gastón de Orleans, hermano del rey Luis XIII, toda la familia se trasladó al castillo de Blois donde Louise vivió buena parte de su infancia junto a sus tres hermanastras. En aquel ambiente refinado, las niñas fueron educadas como auténticas princesas, aprendiendo a bailar, cantar y moverse con elegancia.

Cuando Louise cumplió los 17 años fue nombrada dama de compañía de Enriqueta de Inglaterra, esposa de Felipe de Orleans, hermano de Luis XIV. El interés que Enriqueta despertó en su cuñado no gustó en absoluto ni a su hermano ni a su madre, la reina Ana de Austria, ni por supuesto a su esposa, María Teresa. Para desviar la atención de toda la corte de una relación prohibida a los ojos de todos, Louise fue elegida para fingir un idilio con el rey. Ella estaba soltera, mientras que Enriqueta estaba casada y con su propio hermano. Así que la relación entre el rey y la joven empezó de manera obligada aunque parece ser que Louise ya amaba en secreto a su impuesto amante.

Amante en la intimidad
La relación de Louise y el rey se fue haciendo cada día más real hasta el punto de convertirse en auténticos amantes. Llegaron incluso a tener descendencia, cuatro hijos de los que solamente sobrevivieron un niño y una niña.

A pesar de querer al hombre más poderoso y público de Francia, Louise gustaba de la intimidad y detestaba mostrar su amor en público. Algo que Luis desoyó en múltiples ocasiones. Tras la muerte de la reina madre, en la misa celebrada en su memoria, Luis colocó a su amante en la tribuna de honor, a la derecha de una humillada reina María Teresa.

De nuevo una tapadera
Tras cuatro años de relación, el rey se fue distanciando de su favorita. La llegada a palacio de una hermosa joven llamada Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart centró toda la atención de Luis. Pero de nuevo, el monarca había puesto sus miras en una mujer casada. La marquesa de Montespan estaba casada, así que Luis decidió continuar con su relación con su antigua amante pero sólo para que ejerciera otra vez de tapadera. Las habitaciones de las dos damas estaban situadas una al lado de la otra para que el rey entrara en la de Louise para, pasados unos momentos, pasar a la de su verdadera amada.

Un regalo envenenado
Louise se resistía a alejarse del rey a quien amaba profundamente. Pero cuando en 1667 recibió el título de duquesa de las tierras de Vaujours, toda la corte lo entendió como una invitación a alejarse de Versalles.

Expiando sus pecados
Una grave enfermedad sufrida en 1670 dio a Louise un sentido distinto a su vida. Sintiendo que sus días podían terminar, asumió los pecados cometidos durante su tiempo de favorita y se cerró en una vida de profunda oración. En tres días escribió treinta conmovedoras páginas que se publicarían diez años después bajo el título Reflexiones sobre la misericordia de Dios.

Tras un primer intento de entrar en religión, algo que el rey intentó impedir, el mariscal Bellefons ayudó a Louise a ingresar en el convento de las Grandes Carmelitas de Saint-Jacques. La nueva religiosa, antigua amante del rey, no había cumplido aún los 30 años. 36 años más viviría recluida tras los muros del convento lejos del lujo y la ostentación de la corte de su amado el Rey Sol.

 Si quieres leer sobre ella

Amantes y reinas, Benedetta Craveri

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