La comunera, María Pacheco (1496-1531)

Doña María Pacheco después de Villalar, Vicente Borrás y Mompó. Museo del Prado. Wikimedia Commons

En la convulsa España de principios del quinientos, una mujer resistió tenazmente en una de las revueltas populares más conocida de la historia de Castilla: La revuelta de los Comuneros. A pesar de perder a su marido en la batalla contra aquel rey extranjero llamado Carlos de Habsburgo, María fue fiel a sus ideas y continuó luchando hasta perderlo todo. 

Joven noble y culta
María pertenecía a una de las familias de más renombre de la historia de España. Era hija de Iñigo López de Mendoza, Marqués de Mondéjar y Conde de Tendilla, y de Francisca Pacheco, hija del marqués de Villena. María, que tomó el apellido de su madre para diferenciarse de otras dos hermanas suyas que llevaban su mismo nombre, vivió su infancia en Granada rodeada de arte y cultura. Fue educada como sus hermanos en un escenario renacentista. Latín, griego, matemáticas, historia o letras fueron algunos de sus conocimientos.

Un matrimonio desigual
Parece ser que María se enojó profundamente con su padre al enterarse del acuerdo matrimonial que éste había cerrado para ella con Juan Padilla, un joven toledano, noble también, pero considerado por ella inferior a su rango. El Marqués de Mondéjar realizó este acuerdo para sellar una alianza con el Comendador mayor de Calatrava que era tío de Juan.

María, denominada en los escritos como “Doña”, cuando a su marido se le nombraba con su nombre de pila, tuvo que hacer una renuncia expresa a la herencia de su padre a cambio de una dote de cuatro millones y medio de maravedíes.

Pero a pesar de las diferencias de rango, parece ser que al final Doña María y Juan se entendieron y confirmaron un matrimonio que lucharía junto contra las injusticias de la época.

En una España convulsa
En aquellos primeros años del siglo XVI, la reina Católica había muerto (1504); su hija, Juana I de Castilla era calificada de loca para inhabilitarla en el ejercicio de su poder. Mientras, reinaba Fernando el Católico quien mantenía una tensa calma en los reinos hispanos. Al morir el rey católico en 1516, su nieto e hijo de la reina Juana, Carlos de Habsburgo, heredaba todos los reinos peninsulares a excepción de Portugal y todo el territorio de ultramar. Carlos ya había heredado de su padre, Felipe el Hermoso, todos los reinos de los Habsburgo y se preparaba para ser nombrado Emperador, aglutinando bajo su cabeza un imperio jamás visto. El joven Habsburgo se había educado en la corte de Flandes, de la mano de su tía, Margarita de Austria. No hablaba español y conocía bien poco de las costumbres de aquellos reinos que ahora le tocaba gobernar.

Cuando en 1517 aquel rey desconocido pisaba tierras españolas junto con toda su corte borgoñona fue visto como una amenaza por la nobleza local. Efectivamente, los altos cargos gubernativos y numerosas prevendas fueron encomendadas a los flamencos. Pronto los nobles defensores de las Cortes de Castilla se levantarían contra Carlos.

Las comunidades
Todo esto sucedía cuando murió el padre de Juan, Pedro López de Padilla. Automáticamente tomó el cargo de Capitán de gentes de armas y se trasladó a Toledo con María. Corría el año 1520 cuando Juan tomaba parte activa en la rebelión de las comunidades, parece ser que instigado por su esposa pues a él se le conocía como un hombre pacífico. Constituida ese año la Santa Junta en Ávila, Juan de Padilla era nombrado capitán general de las tropas comuneras.

Derrota y muerte en Villalar
El ejército comunero luchó durante muchos meses contra las tropas de Carlos. Las Comunidades de Castilla pretendían expulsar al nuevo rey alegando que ya existía una legítima soberana, la reina Juana recluida en Tordesillas a causa de su supuesta locura. Pero el intento de poner a Juana de su lado no funcionó y los comuneros fueron derrotados una batalla tras otra hasta llegar al fatídico 23 de abril de 1521 en que las tropas comuneras eran definitivamente aplastadas por el ejército real.

En Villalar, Juan fue hecho prisionero. Al día siguiente, junto a otros dos dirigentes comuneros, Juan Bravo y Francisco Maldonado, era ejecutado.

Comunera hasta el final
La viuda de Pacheco, lejos de abandonar la lucha, resistió en Toledo nueve meses más, la última ciudad que capituló ante el rey Habsburgo. María consiguió huir a Portugal. Exceptuada del perdón general, María fue condenada a muerte en rebeldía en 1524. Con esa condena a sus espaldas, la última comunera vivió de la caridad en Portugal hasta el fin de sus días.

A pesar de que parte de su familia intentó mediar ante el recién nombrado Emperador, Carlos nunca concedió el perdón a María Pacheco por lo que no pudo cumplir su última voluntad de ser enterrada en Villalar junto a su marido. Sus restos reposan en la catedral de Oporto.

 Si quieres leer sobre ella

La comunera de Castilla, María Teresa Álvarez
Género: Novela histórica



La comunera, Toti Martínez de Lezea
Género: Novela histórica



Ellas mismas, María Teresa Álvarez

Comentarios

  1. Muchas gracias por tu blog, lo he conocido por tu asistencia al programa Ser historia en el hablas de tu libro.
    Te seguiré, gracias

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