Construyendo el puente de Brooklyn, Emily Warren Roebling (1843-1903)


Fotos: Wikimedia Commons

El 24 de mayo de 1883 se inauguraba uno de los puentes más concurridos del mundo, el puente de Brooklyn. Subida en un carruaje, la primera persona que lo cruzaba era una mujer, sin cuya determinación no se habría concluido. Emily Warren Roebling no tenía estudios de ingeniería, la sociedad decimonónica no se lo habría permitido, pero su inteligencia y esfuerzo la convirtieron en la compañera perfecta para el hombre que llevaba el título oficial de ingeniero jefe. Washington Roebling, quien llevaba las riendas del proyecto, había caído enfermo por lo que su papel como director de la gran obra de ingeniería que debía unir dos importantes zonas de la ciudad, corría peligro. Su esposa se puso manos a la obra y aprendió todo lo que estuvo en su mano para convertirse en el alter ego de su marido para alcanzar un sueño.

Emily Warren Roebling nació el 23 de septiembre de 1843. fue la penúltima de los doce hijos de Sylvanus Warren y su esposa Phoebe Lickley Warren, una pareja de clase media alta. Emily recibió una buena educación y tuvo siempre debilidad por su hermano Kemble Warren, quien la inscribió en la escuela Georgetown Visitation Convent, donde estudió asignaturas como historia, geografía o matemáticas, sin olvidar las típicas materias destinadas a una futura esposa.

En 1864, en una de sus visitas a su hermano Kemble, general del ejército norteamericano, conoció a Washington Roebling, un joven ingenierio al servicio de Kemble durante la Guerra Civil. Menos de un año después contraían matrimonio. El padre de Washington, John Augustus Roebling, era por aquel entonces el ingeniero jefe encargado de construir un puente que debía unir Brooklyn con Manhattan.


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John pidió a la joven pareja que viajara a Europa para recopilar información sobre las nuevas técnicas ingenieras en el uso de cajones de cimentación para la construcción del puente. De vuela a los Estados Unidos Washington y Emily volvían cargados de información y con un hijo, el único que tendrían. Pero al pisar suelo americano recibían la triste noticia de la muerte de John. Fue entonces cuando Washington asumió la dirección del proyecto sin saber que pronto debería abandonarlo al haber contraído el síndrome de descompresión.

Ante la amenaza de perder la dirección del proyecto, John confió en su mujer quien no lo defraudó. Emily se puso manos a la obra y empezó a estudiar los rudimentos de la construcción y a convertirse en la voz de su marido ante los trabajadores del puente y los responsables de la ciudad con los que Emily tuvo que discutir infinidad de cuestiones guiada por su marido. Así se convertía en la primera mujer ingeniera de campo.



Tal fue la presencia de la señora Roebling en las obras y su capacidad para dirigirla que muchos operarios llegaron a pensar que era ella misma la directora del proyecto. Durante catorce años, Emily visitó diariamente las obras del puente ejecutando las órdenes que su marido enfermo le daba desde el lecho. En 1883 el sueño de los Roebling era una realidad.

En el discurso inaugural, el congresista Abram Stevens Hewitt alabó la incansable labor de Emily sin cuyo trabajo el puente no hubiera sido una realidad. En su discurso, Hewitt reconocía el mérito de Emily, una mujer, a quien la sociedad de su tiempo vetaba insistentemente su acceso a una educación superior.


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Finalizado el proyecto que había ocupado largos años de sus vidas, los Roebling se trasladaron a vivir a Trenton, en Nueva Jersey, donde ambos planificaron la construcción de su propio hogar. Emily se volcó de lleno en la vida social de la época participando en distintas asociaciones cívicas. También viajó a Europa donde presenció la coronación del zar Nicolás II y asistió a una recepción con la reina Victoria.



De nuevo en casa, a Emily aún le quedaba energía para estudiar y obtener en 1899, a los 56 años de edad, el título de abogado en la Universidad de Nueva York. Emily Warren Roebling falleció el 28 de febrero de 1903. Una placa en el puente de Brooklyn recuerda la magnífica participación de Emily en su construcción.

 Si quieres leer sobre ella 

Women in Engineering: Pioneers and Trailblazers, Margaret E. Layne
Women of Steel and Stone: 22 Inspirational Architects, Engineers, and Landscape Designers (Women of Action), Anna M. Lewis

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