Verdad o no, las historias de santos y milagros a su alrededor, esconden a menudo enseñanzas y mensajes que nos indican cómo las personas vivían en su tiempo. En este caso, cómo las mujeres, debían soportar la dura amenaza de ser acusadas de adulterio, crimen que durante mucho tiempo se llegó a castigar incluso con la muerte. Ricarda había nacido en Alsacia, en algún momento alrededor del año 840 de nuestra era. Como hija del conde de Nordgau, Ricarda se convirtió pronto en la candidata ideal para estrechar lazos con el Sacro Imperio Romano Germánico. En el año 862, se casaba con el emperador Carlos III, apodado El Gordo. La historia de Ricarda fue durante años, una vida relativamente tranquila, viviendo rodeada de lujo, aunque con la tristeza de no haber podido engendrar ningún hijo. Pero en el 887, la emperatriz fue víctima de intrigas palaciegas. Los rumores infundados acerca de su supuesta relación con el obispo Liutwardo, mancharon su reputación. Ricarda negó rotundamen...
La guerra es cosa de hombres. O al menos así lo han pretendido durante siglos. Hasta hace relativamente poco, las mujeres no se incorporaron a las filas de los ejércitos de medio mundo de manera regular. Antiguamente, solamente acompañaban a las tropas ya fuera como enfermeras en el mejor de los casos; en el peor, como prostitutas. Durante las guerras napoleónicas, una mujer rompió con los estereotipos y alcanzó la fama y la gloria. Se llamaba Nadezhda Durova y había nacido el 17 de septiembre de 1783 en la localidad rusa de Sarapul. Allí había un campamento del ejército ruso del que su padre era uno de sus altos cargos. Su madre era una rica heredera. Al nacer Nadezhda, pocos disimularon su desazón al ver que había nacido una niña. Incluso su propia madre rechazó a la pequeña, quien siempre sintió un vacio en su corazón. Nadezhda no duraría años después en recordar los terribles maltratos a los que su progenitora sometió, como lanzarla por una ventana cuando era un beb...