Lienzos en el monasterio, Lucrina Fetti (1590?-1651?)


Muchas mujeres que soñaron con el arte tuvieron que desarrollar su talento tras la sombra de su padre o de los densos muros de un convento. El arte sacro dio a muchas artistas la posibilidad de dedicar su vida no sólo a los rezos. Este fue el caso de Lucrina Fetti, una pintora italiana del siglo XVII que, además de realizar obras de arte sacras tuvo una amplia clientela entre la nobleza de Mantua destacando como retratista.

Giustina Fetti nació alrededor del año 1590 en Roma, donde pasó su infancia rodeada de arte. Su padre, Pietro, y su hermano Domenico, eran pintores y es muy probable que Giustina aprendiera las técnicas pictóricas de su mano. De hecho, existen cuadros de su hermano que podrían haber sido pintados por ella.

Unida a Domenico, cuando este recibió el encargo de trabajar en la corte de Fernando I Gonzaga en Mantua, se llevó a Giustina con él. Durante un tiempo aprendió y trabajó para Domenico realizando retratos por encargo de la corte de los Gonzaga, especialmente de las mujeres de la ilustre familia.

Fue en esta ciudad donde Giustina cambió el nombre por el de Lucrina cuando ingresó en el convento de Santa Úrsula, con una dote aportada por Domenico y el propio duque. Aunque la fecha de su nacimiento no quedó registrada, sí se sabe que su ingreso en el cenobio franciscano tuvo lugar el 3 de diciembre de 1614. Tras sus muros, Lucrina continuó pintando retratos para la corte y también obras religiosas que sirvieron para decorar las salas del que se convirtió en su nuevo hogar. Algunas de sus obras sacras fueron financiadas por la duquesa Margarita Gonzaga, como una serie de representaciones de santas.


Santa Bárbara | Lucrina Fetti

Fallecida hacia 1650, Lucrina Fetti fue una pintora prolija que no abandonó sus pinceles hasta poco antes de su muerte.

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