Hija de un rico comerciante de sedas en la Italia del Quatroccento, Lucrezia Buti vio como su brillante futuro se desvanecía con la súbita desaparición de su padre. Las deudas que éste dejó a su muerte, impidieron el mantenimiento de sus hijos. Lucrezia y su hermana Spinetta fueron enclaustradas en el monasterio de Santa Marguerita en Prato, a cambio de una humilde limosna. Pero Lucrezia nunca se imaginó al entrar contra su voluntad en aquellos santos muros que se convertiría en la musa de uno de los más brillantes pintores del Renacimiento.
Soy Sandra Ferrer Valero, escritora apasionada por la historia de las mujeres. Comparte conmigo el amor hacia un pasado en femenino