La pirata contra Roma, Teuta de Iliria (Siglo III a.C.)


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Cuando Iliria era uno de los muchos pueblos asentados a orillas del mar Mediterráneo, Roma era una República que se encontraba enfrascada en un sinfín de conflictos con el afán expansivo de asentar su poder en todo el mundo conocido. Los romanos luchaban con los cartagineses en las Guerras Púnicas mientras en Iliria reinaba Agrón. Este pueblo indoeuropeo se había instalado hacía siglos en la zona de los Balcanes y el noreste de Grecia. Parte de su actividad económica se basaba en la piratería que llevaba de calle a las colonias griegas y después a los romanos que arribaron a sus tierras.

En el año 231 a.C. fallecía aquel rey al que hemos aludido, Agrón. Su esposa, Teuta, asumió la regencia ante la minoría de edad de Pinnés, hijo de un matrimonio anterior de su esposo fallecido. Teuta no era en realidad su nombre, sino un apodo que significaba «la que dirige al pueblo». Teuta debería ser una mujer de carácter que no se contentó con mantener la estabilidad de su reino sino que se dispuso a expandirlo ocupando algunas colonias griegas vecinas. Fiel a sus súbditos, Teuta concedió patente de corso a los piratas ilirios que atacaban las naves que comerciaban por el Mediterráneo.

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La fama de los piratas ilirios llegó a oídos de Roma quien intentó arreglar el espinoso asunto por la vía diplomática. Hacia el 230 a.C., una delegación romana se presentó ante Teuta para intentar llegar a una solución. Pero la reina apeló al derecho de sus súbditos a ganarse la vida como buenamente pudieran, esto es, pirateando por las aguas mediterráneas. A lo que los delegados romanos respondieron que se verían obligados a aplicar las leyes internacionales. Cuando terminó la audiencia con Teuta se dispusieron a regresar a Roma pero en el camino de vuelta se vieron atacados por unos ilirios enviados por su reina quien, al parecer, no había quedado muy satisfecha con las amenazantes palabras de los romanos.

Los aguerridos romanos no podían ni iban a quedar impasibles ante la respuesta de aquella mujer rencorosa y caprichosa. Había que darle su merecido y lo hicieron fletando 200 navíos en los que viajaron 20.000 hombres. Teuta se vio asediada por semejante muestra de poderío varonil y tuvo, además, que soportar la traición de uno de sus gobernadores, Demetrio, y su cuñado, Escerdilaidas.

Acorralada, Teuta tuvo que firmar una paz muy favorable para Roma. Tiempo después, el tránsfuga Demetrio volvió al redil y consiguió casarse con Teuta adoptando al hijo de Agrón, Pinnés, iniciando de nuevo una política expansionista que, otra vez, enfureció a Roma y volvió a la carga contra los díscolos ilirios. Su reino acabaría siendo absorbido por Roma a mediados del siglo II a.C. De Teuta no sabemos cual fue su final.

 Si quieres leer sobre ella 

Mujeres piratas, Germán Vázquez Chamorro

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