Romántica luchadora, Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873)
Retrato de Gertrudis. Federico de Madrazo. Museo Lázaro Galdiano. Wikimedia Commons
La pequeña Tula
Gertrudis, llamada cariñosamente por su familia como Tula, nació el 23 de marzo de 1814 en Camagüey, la antigua colonia española de Santa María de Puerto Príncipe, en Cuba. Su padre, Manuel Gómez de Avellaneda, era un comandante de la marina española destinado en Cuba, y su madre, Francisca de Arteaga y Betancourt era una joven cubana perteneciente a una de las familias más ricas de la isla.
Tula recibió una buena educación y tuvo una infancia feliz, incluso fue una niña un tanto consentida. Desde bien pequeña mostró una clara inclinación por la literatura y pronto se sumergió en la lectura de los grandes románticos franceses e ingleses como Víctor Hugo o Lord Byron. Pero su tranquila y bucólica existencia se vio truncada cuando tenía tan sólo 8 años. En 1823 moría su padre, cambiando su vida para siempre. Un año después, su madre se volvía a casar con otro militar español, Isidoro de Escalada, quien nunca tuvo una buena relación con la pequeña Tula.
Por aquel tiempo, no sólo se enfrentó a su padrastro en varias ocasiones, sino que llegó a negarse a aceptar un matrimonio de conveniencia pactado por su familia. La joven se mantuvo firme en su postura a pesar de saber que su acto de rebeldía iba a suponer perder la importante herencia de su abuelo.
En 1836, Escalada decidió regresar a vivir a España a pesar de la negativa de su esposa. Tras un largo tiempo de peregrinaje por ciudades del sur de Francia y Galicia, la familia de Tula se instaló definitivamente en Sevilla.
La Peregrina enamorada
El ambiente cultural de la ciudad andaluza propició la creación literaria de Gertrudis quien, bajo el pseudónimo de “La Peregrina” escribió con gran éxito en periódicos y revistas. En esta primera etapa como escritora en España, Gertrudis conoció a Ignacio de Cepeda, su gran amor y su fuente de tristeza pues su pasión no fue totalmente correspondida.
En 1840 Gertrudis se trasladó a vivir a Madrid donde vivió unos años intensos no sólo en el aspecto literario sino también en el personal. Mientras se hacía famosa con sus poesías, Gertrudis conoció al poeta Gabriel García Tassara con el que tuvo otra tortuosa relación que terminó con un embarazo. Soltera y encinta, Gertrudis llegó a pensar que era el fin de su carrera literaria y así lo plasmó en su obra Adiós a la lira.
Por suerte, su situación personal no afectó a su carrera literaría como ella temía. En 1845 recibió dos premios del Liceo Artístico y Literario de Madrid y se situó a la cabeza de los principales escritores del momento.
Poco después nacería su pequeña María a la que llamaba cariñosamente Brenhilde. Gertrudis sufrió la desesperación y una profunda tristeza al ver morir a su pequeña siete meses después. El padre nunca se molestó en conocer a su hija.
Aplaudida en lo profesional pero sola en su vida sentimental, Gertrudis aceptó un matrimonio con Pedro Sabater, gobernador civil de Madrid. Este su primer matrimonio tampoco le daría la felicidad. Seis meses después Sabater moría súbitamente.
El convento de Nuestra Señora de Loreto se convirtió en su refugio durante un tiempo. Su estancia con las religiosas sería el punto de partida de un sentir religioso que, al final de sus días, estaría más presente en su vida. A su tristeza personal se añadió en 1854 la frustración por no haber prosperado su candidatura a la Real Academia Española.
El consuelo de su patria
Tras un segundo matrimonio en 1856 con Domingo Verdugo, político de profesión, la pareja marchó a vivir a la Cuba natal de Gertrudis. Durante su estancia en la isla editó el periódico de mujeres Álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello en el que mostró abiertamente su defensa de los derechos de las mujeres a la educación, así como su capacidad de liderazgo, estableciendo las primeras bases del discurso emancipador 1.
El fin místico de una gran romántica
En 1863 Gertrudis y Domingo volvieron a España. Ese mismo año Gertrudis se quedaba viuda por segunda vez. De nuevo en Sevilla, y rodeada de un mundo espiritual y místico, Gertrudis Gómez de Avellaneda moría de diabetes el 1 de febrero de 1873. Tenía 58 años.
Gertrudis pasó a la historia de la literatura junto con Carolina Coronado como una gran escritora romántica del siglo XIX. Sus escritos llenos de pasión y provocación, cuestionando la subordinación de la mujer, fueron también considerados el inicio de un camino hacia la modernidad y la liberalidad de las mujeres de su tiempo.
Si quieres leer sobre ella
Algunas de sus obras
Tu amante ultrajada no puede ser tu amiga; cartas de amor, Gertrudis Gómez de Avellaneda
______
1. Historia de las mujeres en España y América Latina (III), Isabel Morant (ed.). Pág. 687
Gertrudis Gómez de Avellaneda está considerada una de las principales escritoras del romanticismo. Pero Gertrudis no sólo destacó por su belleza literaria. La defensa que hizo de los derechos de las mujeres sentó las bases del discurso emancipador de la mujer en la España del siglo XIX.
La pequeña Tula
Gertrudis, llamada cariñosamente por su familia como Tula, nació el 23 de marzo de 1814 en Camagüey, la antigua colonia española de Santa María de Puerto Príncipe, en Cuba. Su padre, Manuel Gómez de Avellaneda, era un comandante de la marina española destinado en Cuba, y su madre, Francisca de Arteaga y Betancourt era una joven cubana perteneciente a una de las familias más ricas de la isla.
Tula recibió una buena educación y tuvo una infancia feliz, incluso fue una niña un tanto consentida. Desde bien pequeña mostró una clara inclinación por la literatura y pronto se sumergió en la lectura de los grandes románticos franceses e ingleses como Víctor Hugo o Lord Byron. Pero su tranquila y bucólica existencia se vio truncada cuando tenía tan sólo 8 años. En 1823 moría su padre, cambiando su vida para siempre. Un año después, su madre se volvía a casar con otro militar español, Isidoro de Escalada, quien nunca tuvo una buena relación con la pequeña Tula.
Por aquel tiempo, no sólo se enfrentó a su padrastro en varias ocasiones, sino que llegó a negarse a aceptar un matrimonio de conveniencia pactado por su familia. La joven se mantuvo firme en su postura a pesar de saber que su acto de rebeldía iba a suponer perder la importante herencia de su abuelo.
En 1836, Escalada decidió regresar a vivir a España a pesar de la negativa de su esposa. Tras un largo tiempo de peregrinaje por ciudades del sur de Francia y Galicia, la familia de Tula se instaló definitivamente en Sevilla.
La Peregrina enamorada
El ambiente cultural de la ciudad andaluza propició la creación literaria de Gertrudis quien, bajo el pseudónimo de “La Peregrina” escribió con gran éxito en periódicos y revistas. En esta primera etapa como escritora en España, Gertrudis conoció a Ignacio de Cepeda, su gran amor y su fuente de tristeza pues su pasión no fue totalmente correspondida.
En 1840 Gertrudis se trasladó a vivir a Madrid donde vivió unos años intensos no sólo en el aspecto literario sino también en el personal. Mientras se hacía famosa con sus poesías, Gertrudis conoció al poeta Gabriel García Tassara con el que tuvo otra tortuosa relación que terminó con un embarazo. Soltera y encinta, Gertrudis llegó a pensar que era el fin de su carrera literaria y así lo plasmó en su obra Adiós a la lira.
Por suerte, su situación personal no afectó a su carrera literaría como ella temía. En 1845 recibió dos premios del Liceo Artístico y Literario de Madrid y se situó a la cabeza de los principales escritores del momento.
Poco después nacería su pequeña María a la que llamaba cariñosamente Brenhilde. Gertrudis sufrió la desesperación y una profunda tristeza al ver morir a su pequeña siete meses después. El padre nunca se molestó en conocer a su hija.
Aplaudida en lo profesional pero sola en su vida sentimental, Gertrudis aceptó un matrimonio con Pedro Sabater, gobernador civil de Madrid. Este su primer matrimonio tampoco le daría la felicidad. Seis meses después Sabater moría súbitamente.
El convento de Nuestra Señora de Loreto se convirtió en su refugio durante un tiempo. Su estancia con las religiosas sería el punto de partida de un sentir religioso que, al final de sus días, estaría más presente en su vida. A su tristeza personal se añadió en 1854 la frustración por no haber prosperado su candidatura a la Real Academia Española.
El consuelo de su patria
Tras un segundo matrimonio en 1856 con Domingo Verdugo, político de profesión, la pareja marchó a vivir a la Cuba natal de Gertrudis. Durante su estancia en la isla editó el periódico de mujeres Álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello en el que mostró abiertamente su defensa de los derechos de las mujeres a la educación, así como su capacidad de liderazgo, estableciendo las primeras bases del discurso emancipador 1.
El fin místico de una gran romántica
En 1863 Gertrudis y Domingo volvieron a España. Ese mismo año Gertrudis se quedaba viuda por segunda vez. De nuevo en Sevilla, y rodeada de un mundo espiritual y místico, Gertrudis Gómez de Avellaneda moría de diabetes el 1 de febrero de 1873. Tenía 58 años.
Gertrudis pasó a la historia de la literatura junto con Carolina Coronado como una gran escritora romántica del siglo XIX. Sus escritos llenos de pasión y provocación, cuestionando la subordinación de la mujer, fueron también considerados el inicio de un camino hacia la modernidad y la liberalidad de las mujeres de su tiempo.
Si quieres leer sobre ella
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1. Historia de las mujeres en España y América Latina (III), Isabel Morant (ed.). Pág. 687
Que bé!! Gràcies!! Te aviso, es peligroso hacerlo tan bien, ahora a la que quiera saber un poco más de alguna mujer te la voy a proponer para el blog...Me ha encantado conocerla, y a ti?
ResponderEliminarJeje!! Venga ponme a prueba!! Ciertamente me ha encantado que me invitaras a conocer la vida de esta mujer tan apasionante.
ResponderEliminarLe invito a conocer más sobre mí vida y obra en el blog personal:
Eliminarhttp://www.ladivinatula.blogspot.com
Y si lo desea, puede ponerse en contacto directamente conmigo a través de mi mail: ladivinatula@gmail.com
Siempre suya,
Tula
me encanta su apodo cariñoso que le dicen entre família.
EliminarIgual que Becquer, tuvo una biografía totalmente acorde con el "romanticismo", llena de dramas y tragedias.
ResponderEliminarNo es de mis escritoras favoritas, pero la verdad es que es digna de admiración.
Saludos.
Gracias por decir que soy 'digna de su admiración'
EliminarEn cuanto al tema de mi biografía y la comparación con el Señor Bécquer, debo decirle que hay enormes diferencias... Al respecto preparo un artículo crítico en mi blog que saldrá para el mes de mayo...
http://www.ladivinatula.blogspot.com
Siempre suya,
Tula
Se me hace complicado aclarar ciertos errores de fechas, así como la omisión de determinados sucesos extraordinarios ocurridos en mí vida, en el artículo que da pie a estos comentarios… Pero se agradecen de todo corazón, aunque aclararé algunos puntos perdidos… De mí obra no hablaré pues ha sido sentenciada ya por doctas plumas e ilustres personalidades de todos los tiempos desde que existí, literariamente hablando.
ResponderEliminarEn 1840, cuando fui presentada por José Zorrilla (en realidad fue Juan Nicasio Gallego) en el Liceo madrileño del palacio de Villahermosa, nació la mujer más famosa del Madrid decimonónico, y no por mi belleza física, algo que se discutía mucho entre los románticos de entonces, sino por la destreza, calidad y maestría de mi pluma… Que yo recuerde, no compartí con nadie los meritos que se me atribuyeron entonces, y eso mí amiga Carolina Coronado lo supo muy bien durante toda su vida, dejó al respecto tributos irrefutables, artículos que en vida pude leer, y otros que escribió después de mi muerte física. Se me hace tremendamente difícil comprender, el que se me haya intentado ocultar en la literatura española, clasificándoseme como una poetisa más del romanticismo.
Las cosas hay que colocarlas en su lugar, por eso la voz de La Divina Tula, apelativo con el que se me conoció entonces, se ha levantado para recordar a los olvidadizos críticos, literatos y periodistas de los tiempos actuales quién fue Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga…
Os invito a mí blog personal http://www.ladivinatula.blogspot.com en donde podrán consultar artículos, comentarios, poesías, novelas y hasta dramas que compuse en vida, así como escritos de otros autores refiriéndose a mí persona…
La mayoría de fechas están erradas en el escrito que me refiere, pero la mayor falta que he encontrado, radica en la omisión del más importante hecho, histórico por demás, que impidió yo ocupase el sillón ‘Q’ de la Real Academia Española en 1853, sustituyendo al gran maestro Juan Nicasio gallego. La RAE, sí, me impidió la entrada, pero no por la calidad de mi obra que ellos mismo alababan hasta el infinito, sino por el hecho de ser mujer…
Saludos a to@s, y prometo contestar a cualquier inquietud
Siempre,
Tula
Gracias por tu comentario. Si me dices qué errores de fechas existen, con gusto los corregiré. La información la he sacado básicamente de un libro de mujeres de España y América Latina pero si dices que hay cosas incorrectas, las modificaré. Gracias por apuntar el episodio de la Real Academia. Estas son breves biografías que no contemplan toda la información, son pequeñas pinceladas de la vida de estas grandes mujeres. Un saludo
EliminarGracias Señora Ferrer por su respuesta a la cual intentaré responder... (Le trato de usted porque es Tula quien escribe, preferimos sea así para continuar con la magia)
EliminarLas rectificaciones que le hago a continuación tienen como único objetivo remendar y aclarar errores que se han ido cometido con el pasar de los años y que realmente aparecen publicados en diferentes biografías, fuentes que han alimentado confusos pasajes acerca de mi ‘controvertida’ vida… Y porque creo fehacientemente que personas como usted que se preocupan en sacar a la luz a los grandes olvidados de la historia, merecen algo más que una atención personal. Mi enhorabuena, Señora.
Gracias, gracias, muchas gracias…
Sobre las confusiones:
Quedé huérfana de padre el veintinueve mayo de 1823 cuando contaba con nueve años, acababa de cumplirlos el 23 de marzo.
Fue en el mismo año 1823, en octubre para ser precisa, cuando mi madre se unió a Don Isidoro Gaspar Escalada López de la Peña, efectivamente, mi eterno gran enemigo, al que perdoné todas sus atrocidades en 1863...
Salimos de Cuba en abril de 1836 y solo estuvimos 18 días en Burdeos, hermosa ciudad en donde conocí a Mariano Ricafort, hijo del General que nos recibió en aquella ciudad. Después nos mantuvimos por espacio de dos años en La Coruña, donde realmente viví un tormento a causa de mi padrastro y su déspota familia que no soportaban que yo compusiera versos y que leyera a Rousseau, se me acusó hasta de atea… En Coruña además mantuve una relación amorosa con el joven Ricafort, su padre fue destinado a esa ciudad y designado Capitán general de Galicia... La relación no prosperó, mi hermano regresó de Burdeos, y fue entonces cuando nos trasladamos a Cádiz, a Constantina de la Sierra y finalmente a mi amada Sevilla...
El episodio de la RAE sucedió en 1853, justo con la muerte de mi gran amigo Juan Nicasio Gallego acaecida el 1 de enero de 1853. El veredicto de la RAE donde no se me admitió fue a finales de febrero de 1853 (no en 1854)
Mi matrimonio con Don Domingo Verdugo y Massieu, mi amado Hugo, se celebró el 25 de abril de 1855 en la capilla del palacio real de Madrid, un mes después de haberle conocido gracias a Isabel II que me lo presentó en la coronación del maestro Quintana...
Efectivamente quedé viuda de Hugo en octubre de 1863, el murió en Pinar del Río, Cuba. Por ese motivo nunca regresamos juntos a España, regresé con mi hermano Manuel y su esposa en 1864, después de un periplo que me llevó a los EEUU, Inglaterra y a Francia... (previamente intenté refugiarme en un convento en La Habana…)
Efectivamente fallecí el 1 de febrero de 1873 en la ciudad de Madrid, no en Sevilla como se deja entrever en el escrito...
Como colofón, desearía comentarle dos aspectos más a tener en cuenta y de los cuales se mencionan en el artículo: En la temprana fecha de 1843, recién editada mis novelas Dos mujeres y Espatolino, fundé la primera gaceta dirigida por una mujer y para la mujer en España que se llamó ‘Álbum del bello sexo o las mujeres pintadas por sí mismas’, por tanto no fue ‘Álbum cubano de lo bueno y lo bello’ la primera publicación en donde se plasmaran mis teorías de liberación femenina, ya Madrid había ‘temblado’ al respecto veinte años antes…
Y en cuanto al tema de mi soltería y embarazo… no fueron la causa por la que llegué a pensar que dejaría mi carrera porque además, nunca pensé en ello… Escribí ‘Adiós a la lira’ porque dispuse dedicarme a la creación de obras dramáticas, los gustos estaban cambiando, el romanticismo llegaba a su etapa final, la gente prefería el teatro a la lectura de una buena poesía…
Seguramente, Señora Ferrer, me quedaran muchas cosas en el tintero, pero creo habrá otra oportunidad para comunicarnos e intercambiar criterios, opiniones, pensamientos…
Eternamente agradecida y siempre suya,
Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga
ladivinatula@gmail.com
http://www.ladivinatula.blogspot.com