La fotógrafa de la Guerra Civil, Gerda Taro (1910-1937)

Foto: Wikimedia Commons

Pensar en uno de los mejores fotoperiodistas de guerra del siglo XX es pensar sin duda en Robert Capa. Un fotógrafo húngaro "inventado" por una mujer de la que durante años muy poco se habló. Gerda Taro se encontró un día en París con un fotógrafo llamado André Friedman con el que compartió su breve existencia. Él le enseñó todo lo que se podía enseñar del mundo de la fotografía. Ella le ayudó a crear a un gran reportero gráfico. Gerda se convirtió en los ojos de la Guerra Civil Española, de la que inmortalizó algunos de sus momentos clave, entre ellos, la batalla de Brunete. Mujer independiente y con una gran valentía, Gerda Taro fallecía bajo un tanque republicano mientras se encontraba fotografiando su huida. Tras su muerte, el nombre de Robert Capa, al que ella misma ayudó a crear, silenció durante décadas su impagable labor como reportera gráfica.

Huyendo del nazismo
Gerda Pohorylle nació el 1 de agosto de 1910 en la ciudad alemana de Stuttgart, en el seno de una familia de origen judío y polaco. Gerda vivió una infancia acomodada, sus padres pertenecían a la burguesía, y estudió en un internado suizo durante un tiempo.

En 1929, Gerda y su familia se trasladaron a vivir a Leipzig donde empezó a participar activamente en los movimientos en contra del incipiente nazismo en Alemania. Gerda fue detenida en una ocasión mientras repartía panfletos en contra de las ideas de Hitler. En 1933 viendo que su vida podía correr peligro, decidió marchar a París ante las políticas antisemitas que cada vez eran más reales en el país. A pesar de que su familia también marchó poco tiempo después de Leipzid, Gerda no volvería a encontrarse nunca más con ellos.

Inventando a Gerda Taro y Robert Capa
Con poco más de veintitrés años, Gerda se instalaba en un piso en la parisina plaza de Port-Royal y empezaba una nueva vida como secretaria de un psicoanalista mientras entraba en contacto con un amplio grupo de hombres y mujeres afines al socialismo y en contra del cada vez más amenazante nazismo.

 
Foto: CordonPress

Una de estas nuevas amistades, Ruth Cerf, fue quien le presentó en aquel tiempo a un hombre que cambiaría para siempre su vida. Y ella la de él. André Friedman era un fotógrafo judío de origen húngaro, tres años más joven que Gerda.

En 1935 Gerda se marchó a vivir con André y empezó a apasionarse por el mundo de la fotografía. Mientras ella le ayudaba en su trabajo, él le enseñaba todo lo que sabía. Gerda aprendió rápido y en poco tiempo consiguió un trabajo como asistente en Alliance Photo. En 1936 la agencia holandesa ABC Press-Service la acreditaba como fotoperiodista.

Sin embargo, tanto Gerda como André eran conscientes de que su profesión iba a ser poco rentable si no hacían algo diferente. Así nació la idea de crear un personaje ficticio al que imaginaron como un elegante fotógrafo americano con un nombre atractivo. Así nacía Robert Capa quien, hasta que se descubrió su verdadera identidad, fue una mezcla de André y Gerda. Fue entonces cuando André tomó la identidad de Capa y Gerda decidió cambiar su apellido por el que pasaría a la historia de la fotografía, Gerda Taro.

La relación de ambos se movió siempre entre el amor y la independencia que sentían, sobre todo ella, hasta el punto de rechazar una proposición de matrimonio de André. Sin embargo, en lo profesional, se respetaron siempre mutuamente.

 
Foto: m-arteyculturavisual.com/2014/07/20/gerda-taro-fotografa-de-guerra

En el frente del 36
Cuando en julio de 1936 estallaba la Guerra Civil española, a las órdenes de una agencia, Robert y Gerda se trasladaron a Barcelona para cubrir la contienda. De allí marcharon a distintas ciudades donde fotografiaron los primeros momentos de la guerra. Tras una estancia breve en París en 1937 donde publicaron una serie de imágenes bajo la firma Capa & Taro con gran éxito, volvieron a España.

Gerda y Robert trabajaron en distintos lugares y se reencontraron en París en varias ocasiones. La última, en la celebración de la Toma de la Bastilla de 1937. Gerda regresaba al frente sin saber que aquella iba a ser la última vez que se verían.

La batalla de Brunete fue el principal destino de Gerda donde inmortalizó los momentos más crueles del conflicto. Y, a pesar de que consiguió salir con vida del campo de batalla, fue en la retirada del bando republicano cuando un tanque la arrolló dejándola mortalmente herida.

El cuerpo malherido de Gerda fue trasladado al hospital de El Goloso, en El Escorial, donde nada se pudo hacer por su vida. Fallecía al día siguiente. Era el 26 de julio de 1937. No pudo cumplir los veintisiete años.

Los restos mortales de Gerda fueron trasladados a París y enterrados en el cementerio de Père-Lachaise. 


©Isabel Ruiz Ruiz

Durante años, el trabajo como fotoperiodista de Gerda Taro quedó totalmente eclipsado por el éxito como reportero gráfico de Robert Capa, considerado uno de los mejores fotoperiodistas del siglo XX. Sin embargo, en los últimos años se ha redescubierto la vida y la obra de Gerda colocándola en un sitio merecido en el mundo del fotoperiodismo.

 Si quieres leer sobre ella 

Gerda Taro: La sombra de una fotógrafa, François Maspero 
Gerda Taro, Richard Whelan 
Gerda Taro, fotógrafa de guerra, Fernando Olmeda
Esperando a Robert Capa, Susana Fortes 
Mujeres 2Isabel Ruiz Ruiz

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